martes, 2 de diciembre de 2014




FORMIDABLE ÁNGELA CREMONTE en “Inmunidad diplomática”, Teatro Fernán Gómez de Madrid

Formidable Ángela Cremonte en "Inmunidad diplomática"

Por Horacio Otheguy Riveira

Un policiaco en ambiente diplomático. Un policiaco español con buenos ingredientes de serie negra —más francesa que norteamericana— en una experiencia insólita en el teatro nacional.

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Puede que pierda fuelle en los tramos de pistola en mano y balacera poco verosímil, pero en lo esencial es un vibrante entretenimiento con muy buenos actores, buen ritmo, y un gran personaje interpretado por Ángela Cremonte exhibiendo unas capacidades asombrosas, dada su escasa experiencia.
Con el público encima en una sala semicircular de lo más fastidiosa (porque obliga a sentarse de frente para tener un mejor panorama), de espaldas, de frente o de perfil toda la compañía se entrega con gran nobleza amparando a esta joven que ha dado mucho de sí en series de televisión, pero que aquí y ahora, cara a cara con los espectadores, ha de ejercer del centro neurálgico de una historia de inquietante perversión, pasando de la alta comedia al drama furibundo en un proceso admirable.
 Llamadas telefónicas entre ansiedades, sistemas de seguridad fallidos, sofocos diversos con la siempre distinguida y elocuente serenidad de Sergio Otegui y el carácter resolutivo y vigoroso de una mujer policía con la prestancia de Sonia Almarcha (fantásticos sus últimos trabajos, sobre todo en Ejecución hipotecaria), y un Rodrigo Poisón que viene a desbaratar planes siniestros que se organizan como si fuera un paseo por la playa a la hora del té.
También hay una mochila que va y viene, un ingenuo policía antidisturbios (Alejandro Casaseca, que aporta un toque de vitalidad cuando el drama parece decaer), una precisa psiquiatra (Liz Lóbato) que genera gran confianza en el espectador… y una trama que se enrosca como una serpiente, y que uno sigue con interés, fundamentalmente porque está ella: Diana, la menuda, frágil, encantadora prostituta que no sabemos si sabe o no sabe, si está en la onda de la explotación de otras mujeres, o si sólo es una muchacha que comercia con el sexo porque es una profesional exquisita y generosa, y a la vez casi una niña que no sabe hacer otra cosa…
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Ángela Cremonte y Diana tienen química, se entienden a la perfección, y de esa manera lo que podría ser un superficial ejercicio de suspense se convierte en otra cosa: en un cuerpo de extraordinaria sensualidad y frivolidad que ha de recibir abrazos cínicos, aunque también tiernos, y que se desliza entre pasos de comedia ligera, dejándose llevar por una pendiente romántica que se rompe con serena displicencia cuando su enamorado la espera en el bar hasta que termine de trabajar con un cliente, y ella disfruta con el extraño, mientras el público sabe que la amenaza no tardará en explotarle en la cara, y le explota, le alcanza una violencia inesperada —en una escena larga, físicamente arriesgada— yDiana-Cremonte toca tierra, deja de jugar a la niña promiscua con un sexo libre y divertido, y se sumerge en una situación cuyos ribetes trágicos la pueden destruir, pero que de hecho ya ha perjudicado a muchas otras chicas no tan predispuestas para el placer como ella…
Cuando los actores agradecen los aplausos, la única que no consigue sonreír es Ángela Cremonte: ha tenido sobre sus espaldas un proceso dramático en el que ha sabido aprovechar todos los claros y oscuros rincones de su personaje, comunicándose de manera sobresaliente con sus compañeros con mayor experiencia. Un gran trabajo que merece ser el mero comienzo de una vida teatral apasionante.

  Inmunidad diplomática

Autor y director: Alberto Herreros Salcedo
Producción: Panicoescénico Producciones
20141118065825Intérpretes (por orden de aparición): Sonia Almarcha, Rodrigo Poisón, Ángela Cremonte, Sergio Otegui, Tábata Cerezo/Arancha Martí, Alejandro Casaseca, Liz Lóbato/Teresa Jiménez.
Iluminación: José Manuel Guerra
Espacio sonoro: Ignacio García
Escenografía: Alejandro Manzano
Vestuario: Lorenzo Caprile
Lugar: Teatro Fernán Gómez
Fechas: Del 20 de noviembre al 14 de diciembre.





martes, 14 de octubre de 2014

Día

Rezados los Dioses, barrido el corazón, aireadas las ventanas, entra el día por la puerta como si entraras tú a quedarte para siempre. Me almas

martes, 27 de mayo de 2014

Elecciones europeas, Francia, nosotros

Gracias por el Siglo de las Luces, por Montaigne, por las calles apretadas y los gatos en sombra, por haber inventado el bidet –eso que tanto cuesta encontrar en España-, por el susurro de no sé quién en no sé qué Erasmus en mi no sé qué oreja una noche zurda con la barra brillante como diccionario electrónico y un relicario de medias verdades en la mirada.

(Cabrones, la curda la cobráis bien cara, el amor ni te cuento y si te he visto no te entiendo). Diderot no va a levantar la cabeza, por suerte.

Y aún con eso, pocas cosas me siguen pareciendo mejores que un beso francés bien tirado...

Así que lo de ayer me duele, porque no quiero hacer tabula rasa, ni patear el tablero, ni repensar si puedo seguir mirándote con el mismo amor, país vecino.

Del nuestro mejor no hablo. Todavía lo quiero demasiado.

domingo, 6 de abril de 2014

Cumpleaños

Gracias a tod@s por estos días de celebración TAN BONITOS. Soy una diva de medio pelo,  cuarto kilo de existencia perimetral y radio centrípeto (o sea, canija) pero como las pequeñas damas no tenemos edad, me permito la osadía de cumplir en distendido: festejo pulso a pulso.  Y repito, repito, repito.

Me siento en mi alfombra sin meridianos y estoy objetivamente rodeada de flores y de amor. Tengo un jardín interior que huele a principio del mundo. A Aleph, a beso bajo el agua, a puñadito de alcobas, a primer amor en el colegio. A corazón del árbol con casa de madera.  A eso y no a otra cosa en mi infancia de indocumentados lo llamábamos patria. Allá, acá: haciendo el camino de vuelta. 

Si tengo una hija le voy a regalar un tango y un amor, como han hecho la vida y mi madre conmigo. Si tengo un hijo, la misma ración de canción y de abrazo, como no supo hacer mi padre consigo.
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Sueño que mi abuelo Raynié vuelve a llevarme a comer pizza a un boliche de Buenos Aires. Y sólo puedo acabarme el plato con los ojos porque una simple fugazzeta es más grande que mi ser en el mundo.  El próximo cumple lo celebramos así: pizza, birra y faso. Y a eso también lo vamos a llamar patria.

En general, soy bastante amable, pero sé que este año no siempre ha sido fácil quererme: el trabajo me absorbe y yo lo absorbo a él y he faltado mucho en algunos bares importantes. Así que gracias por estar, por seguir estando, por quererme, acompañarme y llenarme de primaveras la nariz.


¡FELIZ CUMPLEAÑOS PA VOSOTROS! Os celebro yo.