martes, 27 de mayo de 2014

Elecciones europeas, Francia, nosotros

Gracias por el Siglo de las Luces, por Montaigne, por las calles apretadas y los gatos en sombra, por haber inventado el bidet –eso que tanto cuesta encontrar en España-, por el susurro de no sé quién en no sé qué Erasmus en mi no sé qué oreja una noche zurda con la barra brillante como diccionario electrónico y un relicario de medias verdades en la mirada.

(Cabrones, la curda la cobráis bien cara, el amor ni te cuento y si te he visto no te entiendo). Diderot no va a levantar la cabeza, por suerte.

Y aún con eso, pocas cosas me siguen pareciendo mejores que un beso francés bien tirado...

Así que lo de ayer me duele, porque no quiero hacer tabula rasa, ni patear el tablero, ni repensar si puedo seguir mirándote con el mismo amor, país vecino.

Del nuestro mejor no hablo. Todavía lo quiero demasiado.